PALO ALTO (Gia Coppola, 2013).
Calificación: 2
Y llegó la tercera generación de
la familia para dirigir películas, y en vez de intentar seguir el modelo inicial
del abuelo, nos quedamos con la parte más sosa, ñoña e insustancial de la tía,
porque la película de Gia Coppola adopta la imagen estética de Sofía, los
escenarios californianos cercanos a su lugar de residencia, los adolescentes
que se suponen rebeldes e inadaptados, las canciones pop que puntualizan las
imágenes. Una vuelta de tuerca a las dos últimas películas de Sofía, como si la
hubiera rodado ella con el mismo resultado decepcionante.
Al final, entre el modelo
Somewhere-The bling ring y lo bizarro de Springs breakers tengo que reconocer
que prefiero un cierto matiz iconoclasta y gamberro antes que la languidez y la
sosería del cine “juvenil” de las Coppola y su pijería insustancial e innata. Que
llega un momento en que la galería de niños pijos me dejan de interesar y que
sus problemas no existen parece evidente, el problema es que esto me ocurre
apenas empezada la película, los tres chicos protagonistas (hijos de actores
como Eric Roberts, Val Kilmer, Polly Draper) aparentan tener problemas
irresolubles en un mundo que no les entiende, desafían el principio de
autoridad por sistema y pasan largas jornadas de embriaguez, ¿porqué? Porque
si. Y así se resume el argumento de la historia, y menudo problema, porque
resulta que la propuesta se inicia y se agota en si misma con esta perspectiva.
Chicos borrachos en fiestas caseras en las mansiones de los padres deseando una
mamada y chicas borrachas en fiestas caseras en las mansiones de los padres que
se arrodillan delante de cualquier bragueta, algo muy natural parece ser en los
ambientes de la clase media acomodada made in usa.
Será muy simple el resumen pero
es que la película no da para más, un plano inicial en el que los dos
protagonistas masculinos estrellan un coche contra un muro tras hablar de la edad
media ¿razón? Ninguna, ser cool. Un profesor de instituto enamorado de su
alumna a la que hace la vida imposible, la virginal Polly, buena estudiante e
insatisfecha porque sigue enamorada de uno de los jóvenes con quien tuvo una
historia que terminó, joven que, a su vez, sigue perseguido por el recuerdo de
Polly y su necesidad de reencontrarla y que sufre cada vez que la ve acompañada
por otro chico, pero que me digo yo que por qué no se lo dicen a la cara si los
dos siguen enamorados el uno del otro y así evitamos todo el rollo intermedio
en el que se tiran toda la película hasta que se reencuentran y el tercer joven
se siente desplazado y como único resistente en un mundo llamado a la
autodestrucción decide meterse en una autopista en sentido contrario.
¿Cómo era?, si, “Melrose place”,
el cine de las Coppola, y puede ser injusto calificar el árbol por las ramas,
termina pareciendo una teleserie de papel couché con protagonistas solamente asediados
por las hormonas a los que queremos trascender con problemáticas que no saben
ni que existen en su interior. En el fondo todos debemos congratularnos de que
nuestra legislación prohiba el castigo físico como método de educación, pero a
estos jóvenes se les nota que han recibido muy pocas hostias en su vida, de las
metafóricas y de las literales, directora incluida, la responsabilidad y el
sacrificio también se enseñan, el maná es una entelequia bíblica y los padres
no son cajeros automáticos permanentes, de estos jóvenes saldrán los auténticos
tarados llamados a gobernarnos en el futuro, egoístas simples y caprichosos,
tiranos de los demás, una película que es una auténtica pérdida de tiempo, una estupidez.